En un tuit enviado a principios de esta semana que, a todos los efectos, se asemeja a cualquier otro aviso oficial de la BVB, la compañía dijo sin rodeos “no nos habéis dejado otra opción” que prohibir el desodorante.
La lógica es la siguiente. Para obstaculizar la propagación de covid-19 pero reducir las restricciones de movimiento, Berlín (y el resto de Alemania) ha instituido una política de mascarilla obligatoria en los espacios públicos, incluido el transporte público, como la mayoría de ciudades del mundo.
Si bien el nivel de cumplimiento ha sido alto, y las multas aún más altas, muchos no usan sus mascarillas correctamente: según Deutsche Welle, se cubren solo la boca y dejan la nariz expuesta. Eso es un gran problema. Probablemente más grande de lo que piensas.
Puesto que nuestras bocas y narices están conectadas en última instancia al mismo sistema respiratorio, cubrir una pero no la otra socava drásticamente la efectividad del uso de mascarillas. Ahí es donde entra el desodorante (o más específicamente, la falta de él).
Si se alienta a los pasajeros a permitir que el aroma natural de su cuerpo florezca, especialmente a medida que avanza el verano en una ciudad en gran parte sin aire acondicionado, se estimulará mantener los rostros completamente cubiertos y protegidos tanto del mal olor como de los virus.
Aunque Alemania en su conjunto lo ha hecho increíblemente bien, manteniendo bajas las tasas de infección desde el comienzo de la pandemia, Berlín ha demostrado ser un foco de nuevas infecciones, y es por eso que los funcionarios del transporte público están tan ansiosos por lograr que las personas cumplan adecuadamente con la política de mascarillas.
Esto es especialmente importante ahora que el transporte público se está recuperando rápidamente, con estadísticas de principios de junio que muestran que su utilización ha aumentado al 50% de los niveles previos a la pandemia. (Gizmodo)