Justine se ha declarado abiertamente en contra de los llamados teléfonos inteligentes, pero sabe que es necesario mantenerse comunicada, así que hizo una fusión entre lo antiguo y lo moderno.
Su objetivo era el de simplificar un aparato de comunicación móvil a su esencia: hacer y recibir llamadas telefónicas. Con esto se puede dar un paso para evitar un mundo con gente “hiperconectada”, además de que de esta manera se evita estar escribiendo textos todo el día, y qué decir de quienes pasan horas en redes sociales, juegos y demás.
“La idea no es ser anacrónica, sino mostrar que es posible tener un móvil perfectamente usable que esté tan lejos de una pantalla táctil como se pueda imaginar y que en ciertos aspectos pueda ser más funcional”
Creó la estructura con una impresora 3D y le añadió un microcontrolador y un transceptor celular; como toque final le agregó el mecanismo giratorio de un antiguo teléfono Trimline.
Este aparato realmente funciona, no solo es decorativo o un juguete ya que cuenta con antena. Una de las ventajas, dice su creadora, es que no tiene que estar entrando a menús para buscar números: solo lo marca y ya.
Como sucedía también con algunos teléfonos de antaño, tiene capacidad para almacenar algunos números en la memoria y marcarlos con solo presionar un botón. Sí cuenta con una pequeña pantalla, de tipo e-paper en la que puedes leer los mensajes que te envíen, pero no responderlos. Solo puedes hacer llamadas.
Durante tres años estuvo trabajando en el diseño de este teléfono para que fuera compacto, que tenga buena recepción de señal, duradero y con una batería que le dura 24 horas. (Guía del Varón)