Su mujer, la actriz y modelo Gena O’Kelly de 56 años, madre de dos de los cinco hijos de Chuck, sufre, desde hace seis años, no solo los terribles dolores de la artritis, también los agravados por una mala praxis durante una resonancia magnética.
Antes de ese examen le aplicaron una inyección de gadolinium, un contrastante metálico muy tóxico que le dañó, según sus médicos, el sistema nervioso y renal. Siente el cuerpo ardiendo, y debe estar en reposo varios meses.
Pero el amor, la ternura y la abnegación del eterno karateca –campeón mundial de esa técnica– fueron más allá de su batalla legal contra los fabricantes de gadolinium: «Dejo todo. De ahora en adelante no haré más que mantener viva a Gena. Quiero que siga en el mundo, junto a mí y a nuestros hijos. Mi amor por ella es más fuerte que mi carrera, el dinero, cualquier otra cosa. Está enferma, sufre, y yo seré su custodio y su consuelo…».
No es fácil –a veces, imposible–, a los casi 80 años, renunciar a un mundo público de éxitos y halagos y refugiarse en soledad con una mujer amada. Pero ese paso también necesita fuerza y heroísmo: lo que Chuck Norris tiene de sobra en su cuerpo y su espíritu. (Infobae)