Ellos no parecían una banda criminal demasiado experimentada. Para empezar, arribaron en moto a la escena del crimen el pasado 8 de agosto a las 11.13 PM. Eran tres, así que la probabilidad de que perdieran el equilibrio si tenían que escapar a toda velocidad no era nada despreciable.
Sin embargo, no fue eso lo que frustró el robo. El objetivo era entrar a una tienda ubicada en las afueras de Londres. Para eso, pretendían romper la puerta con ladrillos.
El primero en intentarlo se acercó corriendo y usó el objeto contundente como si fuera una maza. Pero no tuvo éxito.
A su cómplice le pareció que sería más efectivo arrojar el ladrillo a cierta distancia, pero no se dio cuenta de pedirle al otro que se apartara. Como consecuencia, el proyectil rebotó contra la puerta y le pegó en la cabeza al delincuente, que ni siquiera llevaba casco.
El agresor levantó los brazos alarmado, sin poder creer lo que había hecho. Su compañero quedó tendido en el suelo, inconsciente.
En ese mismo momento, apareció un empleado de seguridad. El criminal que había lanzado el ladrillo trató de subirse a la moto, pero no llegó, así que debió huir corriendo.
El guardia lo persiguió algunos metros, pero no llegó a alcanzarlo. En cambio, se quedó con el herido y lo custodió hasta la llegada de la Policía. (INFOBAE)