Para descubrir a los mentirosos antes se usaba el polígrafo, pero recientemente un grupo de investigadores de la Universidad de Granada en España descubrieron una manera más precisa y segura de detección de mentiras que se basa en la temperatura de la cara.
El investigador Emilio Gómez Milán explicó que al mentir tenemos que planificar lo que vamos a decir y hacer otras operaciones cognitivas que requieren mucha atención. Al hacer este esfuerzo, el cuerpo sufre una serie de alteraciones que se pueden observar y medir.
Una de las alteraciones que resaltaron los científicos fue que la temperatura de la punta de la nariz desciende hasta 1.2 grados centígrados y la temperatura de la frente aumenta hasta 1.5 grados. Ellos llamaron a este fenómeno el “Efecto Pinocho”.
No es que les crezca la nariz, pero al usar un termómetro notaron que sí hay cambios de temperatura en la cara cuando mentimos. Para confirmar esto, hicieron un experimento con 60 estudiantes de psicología.
Un grupo de los participantes se colocó frente a un termógrafo y llamaron por teléfono a sus familiares para mentirles. Otra parte de los voluntarios se colocó también frente al medidor de temperatura y llamaron a sus familiares, pero ellos solo les describían una serie de imágenes desagradables que los científicos les mostraron.
Solamente el grupo de los mentirosos mostró cambios de temperatura en su frente y nariz. Emilio concluyó que:
“En ambos casos, las circunstancias les provocaban ansiedad, pero en el grupo experimental se da el denominado “Efecto Pinocho” en la nariz y el efecto “esfuerzo mental” en la frente, que nos permite monitorizar la mentira”
Aunque todavía no existe un método 100 por ciento infalible para detectar mentiras, medir la temperatura de la cara tiene una efectividad del 80%, 10% más que un polígrafo convencional. (Guía del Varón)